Por Lic. Ed. Milor López Mori
¿Redundante monotonía o monotonía redundante? Quizá más de un lingüista corregirá el título del artículo que escribo y que espero alguien considere pertinente su publicación. Lo agradezco desde ya, porque así mis pensamientos y sentimientos no se quedan sólo conmigo.
He conocido maestros que se sienten y hasta dicen, que son los mejores de sus respectivos temas, pero sus resultados; es decir los alumnos en los que vuelcan su sapiencia, no expresan lo mismo. Temen las innovaciones y evaden las evaluaciones porque el fantasma del fracaso acecha en cada posibilidad.
He conocido ingenieros que estudiaron en universidades de prestigio, unas más que otras, que ganaron grandes licitaciones para la realización de inmensas obras y lograron gran éxito económico trabajando de sol a sombra y ocupando espacios importantes en la sociedad donde no tienen nombre sino título, pero que fallaron en las más pequeñas y éstas terminaron siendo derruidas o reconstruidas sin que por ello hayan reconocido el tropiezo ni mucho menos indemnizado a quien con tanto esfuerzo solicitó sus servicios.
He conocido médicos, de tan importante labor en el mundo actual y de siempre, que hicieron su juramento hipocrático y se comprometieron a consagrar su vida al servicio de la humanidad, jurando tener absoluto respeto por la vida humana, desde su concepción, pero mediando tan sólo el interés económico tiraron por la borda el juramento y acabaron con la vida misma en actos totalmente injustificados desde cualquier punto de vista.
He conocido periodistas, que no sé, ni me preocupa mucho, si estudiaron para ser tales o su facilidad de expresión les permitió la oportunidad de una forma de ganarse la vida que teniendo la tribuna de su periódico, radio, web, o televisión, en vez de manejar con idoneidad el oficio hecho profesión en el camino de la vida, utilizan sus espacios para pregonar a los cuatro vientos su inalcanzable mejoría reflejada en los resultados de su propia encuesta y no le hacen asco, no qué va, a robarse derechos intelectuales y de autoría a ensayos elaborados y publicados por personas preparadas para hacerlo, y aparecer como los pensadores de la especialidad.
¿Es que nuestra sociedad está llena de mediocres y no existe respeto por nuestras profesiones y por quienes hacen uso de los servicios que brindamos? Que los haya no lo dudo, pero creo que en medio de esa maraña, los profesionales que creemos en nuestras capacidades, podemos y debemos volcar nuestros esfuerzos para que la comunidad crezca con autonomía y sintamos orgullo de tener jóvenes bien formados, hombres y mujeres llenos de salud, construcciones acordes con las necesidades de la época y sobre todo, una sociedad bien informada, con periodistas serios, conocedores y conscientes de la importancia de su labor, que no tengan necesidad de presunciones que lindan con la insolencia. Dejemos la mediocridad a los mediocres, demostremos que estamos preparados para salir adelante como producto de nuestras propias capacidades y la adecuación del mundo a nuestra realidad.
