Con sus casi 8 millones de habitantes y un millón cuatrocientos mil vehículos, Lima (sin el Callao) es hoy una ciudad embutida. Recientes reportes señalan que en diversas avenidas de la capital la “hora punta” dura casi todo el día y el tráfico circula a velocidades máximas de 20 kilómetros por hora. La celeridad con que en los últimos años se apuran obras para romper los “nudos” que asfixian el tránsito, no es tan rápida como el incremento poblacional y vehicular. Solamente durante el 2010 se calcula que serán más de 80 mil los nuevos vehículos. El crecimiento económico nacional, del poder adquisitivo y la disminución del precio de las unidades debido a la oferta, aumentarán tan rápido nuestro parque automotriz que se estima que dentro de diez años será el triple del actual. Para entonces la población alcanzará los 11 millones de habitantes y movilizarnos será toda una proeza.
Sin duda ayudarán las grandes obras de transporte masivo que deberán incentivar dejar los vehículos propios en casa. El Metropolitano y el Tren Eléctrico deberán extenderse a muchos más distritos de los conos que es donde más se crece, especialmente para vincular el Este con el Oeste de la ciudad. Aún así Lima seguirá imparable venciendo cualquier iniciativa de solución.
Propongo una fórmula audaz, que amplié la ciudad de manera real para los próximos 50 años. Traslademos el gobierno nacional al sur de Lima, más allá del kilómetro 100. Se necesita una gran área que tenga suficiente agua. La energía y las comunicaciones no significan mayor problema. Llevemos allá el Palacio de Gobierno, el Congreso Nacional, los ministerios y diversas instituciones, el Palacio de Justicia y el Tribunal Constitucional, etc. Detrás de ellos irán los privados. Los bancos, estudios de abogados, restaurantes, tiendas comerciales, clínicas y demás servicios. Las alternativas de vivienda a los que no quieran trasladarse cada día no se harán esperar.
Mover a miles de personas obligará a mejorar la carretera e impulsar la construcción de un tren de alta velocidad que llegará prontamente a su destino.
Necesitamos abrir la cancha como hace 90 años con la construcción de la avenida Arequipa hacia el sur. La ciudad crece por la sola iniciativa de la gente. Hoy se requiere un gran salto y una decisión política que proyecte el futuro y genere nuevos motivos de inversiones en nuestro país. En esta campaña presidencial, quién se anima? (sanmartinenlinea).
